Valencia del Ventoso cuenta con una de las construcciones más genuinas y mejor adaptadas al entorno natural. Se trata de las bujardas o chozos extremeños, cuya técnica constructiva, la piedra seca, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Este municipio cuenta con cerca de 200 bujardas y hoy en día se pueden localizar gracias a la iniciativa de dos vecinos (Juan Carlos Díaz Díaz y Tomás Santana Burrero) que quieren ponerlas en valor con el objetivo de que sean declaradas Bien de Interés Cultural.
A continuación os dejamos el enlace al mapa de localización de Bujardas en el término municipal de Valencia del Ventoso. Pica sobre él:
Los chozos extremeños reciben diferentes nombres según el territorio donde están asentados. Así podemos hablar de Torreones, Torrucas, Bobias, Bujiós, Bóvedas, Garnachos, Batucos, Chafurdón, … y Bujardas en las comarcas de la Baja Extremadura y concretamente en Valencia del Ventoso, donde existen un gran número y también mucho trabajo por medio, para localizarlas, recuperarlas, y ponerlas en valor.
Nuestras Bujardas están vinculadas a nuestro lugar, a nuestro pueblo y definen la identidad de nuestro territorio y nuestra diferenciación cultural.
Estas construcciones nos hablan de las maneras de vivir, de trabajar y de subsistir de las gentes que nos precedieron.
Una vida humilde, llena de carencias e injusticias, de privaciones y malas condiciones de trabajo, por lo que el chozo vive cargado, muchas veces, de connotaciones negativas y de marginalidad.
Homenaje a todos los hombres y mujeres que nos han legado un patrimonio cultural importante y representativo de lo que hemos sido, así como una arquitectura singular de enorme belleza y valor etnológico.
Nos habla de la manera de trabajar y vivir de la gente que luchó para sobrevivir en un entorno agreste, alejados del núcleo poblacional y en unas condiciones socioculturales duras, marginales y muchas veces llenas de desesperanza y soledad.
Nos debemos sentir obligados de CONOCER, CONSERVAR y DIFUNDIR este patrimonio con tanto esfuerzo conseguido, antes que desaparezca y caiga en el olvido.
Existe una cierta diversidad cuando se habla de la clasificación de los chozos extremeños, pues no existe un tipo único de chozo.
Así, se habla de chozos construidos totalmente de vegetal, de chozos de piedra y de chozos mixtos (en los que se pueden mezclar materiales como la piedra, con otros materiales vegetales o con el ladrillo, la teja…). Por lo general, las bujardas valencianas pertenecen al tipo de construcción totalmente de piedra (paredes y techumbre). Pero también aparecen diversas combinaciones en las que se mezclan la piedra de las paredes con los materiales de la techumbre, como el ladrillo, y en muy pocos casos la teja.
La mayoría de las bujardas valencianas pertenecen al tipo de edificación de planta circular, cuyas paredes son de piedra y las cubiertas son, por lo general, de piedras o de materiales como el ladrillo. Son construcciones levantadas con la técnica de la Piedra Seca (de la que ya hablaremos en próximas entradas de nuestro blog) y construidas generalmente de piedra de granito, aunque también aparece, en menor número, la pizarra. En los casos en que la bujarda es construida totalmente de piedra, sus paredes se van cerrando y forman una falsa cúpula, por el procedimiento de aproximación de hiladas. Sobre esta falsa cúpula, la mayoría de las veces se extendía una capa de tierra, que acababa cubriéndose de hierba, y que servía para proteger la cubierta frente a las lluvias y posibles nevadas. En las bujardas más modernas, la cubierta de piedra es sustituida frecuentemente por una bóveda de rosca, construida generalmente de ladrillo macizo.
Las bujardas son construcciones de un alto sentido utilitario. Teniendo en cuenta sus dimensiones, de entre tres y cinco metros de diámetro, no podemos de hablar de una distribución interior compleja, más bien lo más simple posible.
Desde el punto de vista doméstico, la bujarda presenta una distribución muy simple y humilde. Si no existía chimenea, el fuego se solía realizar en el centro del hogar, que tenía como doble misión cocinar y caldear el habitáculo. Cuando el tiempo acompañaba, se solía hacer la comida fuera de la bujarda. Las bujardas más modernas, poseen chimenea (para la salida del humo), que generalmente se encuentra situada a la derecha de la entrada. A la izquierda de la entrada, se colocaban los camastros, que no eran más que unos palos, sobre los que se asentaban a modo de relleno, las ramas de retama o de encima, y alguna piel de animal. Cuando no existía un camastro, se dormía en el suelo sobre un jergón. En el interior de la bujarda, nos encontramos también con las Alacenas, que servían para colocar utensilios y alimentos. Éstas, solían ser de un solo anaquel, aunque las había también de doble anaquel. En las paredes, había incrustaciones de madera, a modo de poyatas y estacas, que se utilizaban como perchas para alojar enseres, ropa o embutidos.
Las bujardas presentan más de un hueco abierto en la pared a modo de ventana, que servían para iluminar y ventilar, y también para vigilar al ganado encerrado en el entorno. En algunas bujardas, existían también bancos adosados a la pared.
Como resumen, podemos decir que los dos rasgos arquitectónicos más característicos de las bujardas, son la construcción por medio de la técnica de la Piedra Seca y el cierre con cubierta de Falsa Cúpula.
Aunque tengamos una cierta sensibilidad, muchas veces hasta que no vemos la realidad dándonos en la cara no llegamos a impactarnos con la magnitud del problema. La sensibilidad hacia la bujarda la tenemos de sobra, pero la realidad que nos encontramos en algunos casos es la que nos lleva a no solo sentir sensibilidad, y enfrentarnos a la realidad que puede ser la desaparición de nuestras queridas bujardas.
Somos conscientes del buen aspecto que presentan muchas de nuestras bujardas, de los defectos que otras tienen, pero cuando de un día a otro nos encontramos con que lo que antes era hoy no lo es, esa es la realidad que nos impacta.
En esta entrega las mayorías de las imágenes que os vamos a mostrar van a coincidir con la cara más fea de nuestras bujardas. Esto es, cúpulas semiderruidas, paredes agrietadas o caídas, muros casi inexistentes, chimeneas destruidas,………., como consecuencia de la dejadez y el abandono. Solo por el hecho de que no desaparezca ninguna bujarda más, merece la pena esforzarnos, desde ya, para que sigamos siendo la tierra de bujardas y no la de los majanos.
Debemos conservar nuestras bujardas porque son testigos de nuestra cultura y porque son una parte de la herencia de nuestro pueblo. Sin ellas toda la naturaleza valenciana estaría huérfana, pues forman parte inseparable de todo el conjunto de entornos que constituyen el territorio valenciano.
Hasta hace bien poco tiempo, nuestras bujardas mostraban de una forma plena la misión para la que estaban construidas, que no era ni más ni menos que de vivienda para pastores y agricultores, pero en la actualidad apenas tienen función específica, y es por ello que en un porcentaje grande de ellas se encuentran abandonadas y por consiguiente en un proceso de desaparición cada vez más avanzado.
Nuestros ojos no deben resignarse a ver cómo van desapareciendo de nuestro paisaje rural, donde siempre formaron parte, perfectamente integradas, de nuestras dehesas, olivares, riveras, sierras,……Y los ojos de nuestros hijos y nietos tienen que seguir conociendo este paisaje, pero siempre con la presencia de la bujarda en ellos.
Debemos seguir fomentando la puesta en valor de nuestras bujardas, testimonios culturales vivos, y que están incrustados en la memoria colectiva del pueblo valenciano y forman parte activa de nuestro legado cultural.
A la bujarda debemos verla y quererla como a esa abuela que nos habla del pasado, de nuestro pasado, y de la forma de vida, del trabajo en el campo, de las relaciones sociales en el mundo rural, de las relaciones con el entorno natural, y la que se muestra como un buen ejemplo de la identidad de nuestro pueblo.
Está bien claro que la evolución agrícola- ganadera y la transformación social han puesto en peligro la arquitectura rural. Muchos expertos coinciden en la potencialidad de la arquitectura tradicional como recurso económico, pero esta situación es difícil de presentarse sin la realización del primer paso que es el de conservar nuestras bujardas. Se pueden planear políticas o estrategias para dar a nuestras bujardas fines culturales o como recurso económico para el desarrollo del pueblo, pero este será un paso posterior al primero, que es el de proteger y conservar este patrimonio bujardino.
Nuestras queridas bujardas están encuadradas dentro del llamado Patrimonio Menor. En las palabras del maestro José Luis Martín Galindo encontraremos algunas explicaciones sobre ello.
El Patrimonio Mayor testimoniado por palacios, castillos, monasterios,….han contado con todos los reconocimientos institucionales y ayudas públicas para su conservación, sin embargo las bujardas y la arquitectura del pueblo que son evocadoras de las formas de vida y trabajo de las clases populares, testimonio vivo que forma parte de la memoria colectiva del pueblo que recuerda los usos que la dieron vida forman parte del Patrimonio Menor. Es por ello que nuestras bujardas que son manifestaciones significativas de nuestra identidad cultural deben ser tuteladas institucionalmente y valoradas socialmente.
Desde el punto de vista constructivo, cuando hablamos de nuestras bujardas debemos nombrar ineludiblemente la llamada técnica de la Piedra Seca, que es la manera arquitectónica con que se levantan nuestras bujardas, y que consiste básicamente en una técnica constructiva de origen tradicional y popular que se realiza mediante el uso de piedras, pero sin ningún tipo de mortero o argamasa. En algunas de ellas los pequeños huecos entre piedras se pueden rellenar de arena o tierra seca, de ahí el nombre de piedra seca.
Las piedras, que pueden utilizarse cortadas o no, se encajan según la conveniencia, pero sin ningún tipo de material para unirlas. Se intenta conseguir la mejor colocación y disposición posible de manera que tengan el mayor contacto entre ellas, colocando las formas y las medidas en los lugares que se crean más propicios para conseguir un perfecto asentamiento, y así evitar posibles derumbamientos. Esta técnica de la Piedra Seca no solo se realiza en nuestras bujardas, sino que también se utiliza en construcciones como son las zahúrdas, los corrales o los muros de piedra (paredes).
Desde el punto de vista arquitectónico, el que la bujarda alcance su funcionalidad y estabilidad, solo va a depender de la habilidad, destreza y experiencia del constructor con la colocación más adecuada de cada piedra. Y aunque la bujarda presenta un carácter exclusivamente funcional no por ello se deja de buscar la calidad técnica y que se mantenga viva el mayor tiempo posible. La técnica constructiva de la piedra seca es un claro recurso de adaptación al entorno, aprovechando los recursos que existen en la zona. El material es la piedra localmente disponible cercana a la zona de edificación y que la mayoría de las veces procedía de esos majanos que se creaban con las piedras que se iban sacando de los campos de cultivo o de pasto.
La arquitectura de piedra en seco constituye uno de esos patrimonios ignorados que el hombre diseño para satisfacer sus necesidades básicas y que ahora es un legado que no debemos perder y que tenemos que aprovechar.
Ya en el año 1933 Leopoldo Torres escribía:
“La Arquitectura popular es el arte espontáneo con el que las gentes han construido y acondicionado sus hogares”.
“Son obreros anónimos, formados en la calle, entre el pueblo”.
“Son construcciones humildes, modestas, sin mostrar preocupación alguna por el arte o la arquitectura”.
Aunque nuestras bujardas se construyen con ánimo de ser duraderas, nunca provisionales, pero la falta de conocimientos técnicos, en variados casos, provoca visibles situaciones de ruina, por lo que podemos decir que las deficiencias son inherentes a las construcciones de nuestras bujardas. Así nos encontramos frecuentemente con techos derrumbados total o parcialmente y la aparición de cierta inestabilidad en elementos como las paredes.
El Arte de la Piedra en Seco ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. A continuación, os argumentamos algunas de las razones en las que se apoya esta institución para esta declaración:
Las estructuras de piedra seca se extienden principalmente en las áreas rurales, en terrenos empinados, tanto dentro como fuera de los espacios habitados.
Las estructuras de piedra seca han dado forma a numerosos y diversos paisajes, creando distintos modos de vivienda, agricultura y ganadería, y atestiguan los métodos y las prácticas utilizadas por el hombre desde la prehistoria hasta la actualidad, para organizar sus espacios de vida y de trabajo mediante la optimización de los recursos naturales y humanos locales.
Juegan un papel vital en la prevención de deslizamientos, inundaciones y avalanchas y en la lucha contra la erosión y la desertificación de la tierra, mejorando la biodiversidad y creando condiciones micro climáticas adecuadas para la agricultura.
Si tiene alguna pregunta, no dude en preguntar.
Valencia del Ventoso
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